domingo, 24 de mayo de 2009
Tanta es la obediencia que rebelamos los corazones con la violencia de un trueno y la pasión de un llanto, tanto es el vacío de la prosperidad que buscamos nada en todas partes. Los años viejos, el amor y la muerte real, los trajes marrones, a veces celestes, patas de elefante. Marihuana de un buen día comprado por los moldes de la buena educación, te hubiera dejado de patitas en la calle, a vos, tu locura negra y a aquella famosa percepción. Y sin embargo, yo también soy obediente, abro la puerta para salir a jugar, ya no voy de a un pie como en la rayuela, soy mancha venenosa. Hierve mi buena conciencia, la que queda, la que resiste. Reflexiono tarde, esta vez un poco menos que la otra vez.
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3 comentarios:
.
¿me lo escribiste a mi?
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lo queres?
te lo presto los ratos que quieras,
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gracias.
si, lo quiero.
y seguro mañana
lo voy a querer de
nuevo.
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