domingo, 5 de octubre de 2008


Hoy por la tarde tome el colectivo y decidí pasar una bonita tarde de domingo bajo el sol. Ya en camino comencé a pensar en el buen clima que hacía y de lo lindo que se pone Buenos Aires cuando los árboles florecen y las gentes salen a caminar y andar en bicicleta, reflexione sobre mi estado de ánimo y me dí cuenta que a esas alturas me encontraba gozando de buen humor y que tenía también una buena cuota de energía para emprender cualquier desafío. Toda la gente lucía como yo, y eso me ponía contenta porque todo parecía posible aquella tarde de primavera.
Al pasar por Plaza Italia reflexione acerca de tránsito que había, era lógico que con semejante día autos y peatones hicieran vibrar la Avenida Santa Fe, pero entonces algo ocurrió. Pensé en el chofer del colectivo, pobre tipo, al fin y al cabo él tenía el mismo derecho de disfrutar del sol con su familia y sin embargo ahí estaba maniobrando un domingo alegre para otros. Note también que en ese momento todos podríamos habernos congelado y quedar mirando al cielo con una enorme sonrisa, todos éramos felices, pero también recordé que mañana cruzaría a esa misma gente en el subte y ya no me resultaría ni tan alegre, ni tan feliz. Y mientras el colectivo tomaba Las Heras sentencie entre mis adentro la terrible conclusión: Los días de sol eran la base de toda posibilidad, todo o nada, risa o llanto.
Imagine entonces que el lunes amanecía el cielo despejado y todos recordábamos lo felices que habíamos sido el domingo, todos conmemorábamos las promesas y sueños hechos entre facturas, mate y café con leche, todo eso sucedía el lunes mientras esperábamos el subte, bajábamos del colectivo y anunciaban la cancelación del tren de las siete y quince debido a un suicidio de una estación intermedia. Y entre tanta cosa alguien gritaba bien fuerte, se oía un portazo por el microcentro y los motores se apagaban.
Uno que siempre levantaba la mano consulto al gerente de turno: Hoy lunes, a pesar de las mismas nubes, los mismos soles, no es domingo, mi felicidad no es tal, no existe, exijo una devolución ya mismo. Estaba en garantía, eso me dijeron al entrar a este sitio.
Gerente de turno: Ayer domingo hicimos una pequeña concesión, tantos días de lluvia tenían amargado al personal. Lo pensamos bien, evaluamos una buena estrategia y decidimos que un domingo de sol los haría sentir bien, recobrarían la fe en ustedes mismos hasta el punto de creer que sus sueños son posibles. Sabíamos del riesgo que corríamos, la mínima posibilidad de que creyeran que soñar y sonreír era posible, era un riesgo que debíamos correr para poder aumentar la producción. Como bien sabes amiguito, cuando trabajan contentos, trabajan más y mejor, eso no sucedía hace tiempo, un fin de semana de sol era la opción más económica y efectiva. Creo que nos salió bien.
El que siempre levanta la mano: Se olvidaron de un detalle…
Gerente de turno: No lo creo…
El que siempre levanta la mano: Todos tomaron conciencia de que ayer fue domingo, y si les preguntan hoy que es lo más desean en el mundo dalo por seguro que querrán que sea domingo…
Gerente de turno: pero querrán comprar sus manzanas acarameladas, necesitaran de los lunes para poder tenerlas.
El que siempre levanta la mano: pero sabrán que no es domingo…