lunes, 15 de junio de 2009


Se encorva esa espalda y en el empeñe se acumula el deseo de más, no se detiene, se estremece y se pone fría por unos segundo que hubiera jurado eternos, me da tiempo a respirar y calentar aquella inmensidad con el vapor de mi aliento. Toma mi mano, la sujeto fuerte, doble vuelta, el vaho de la habitación me inunda de placer, no hay tabaco, el whisky quedo en la habitación contigua, es su cuerpo mi vicio, sobredosis, carne, dolor, placer, toco su piel, transpira, late, apenas rozo. Se vuelven húmedos sus gestos, se cierran sus ojos, abre la boca, no grita, yo escucho el alarido. Su goce es silencio y yo callo, todo se estremece y todo vuelve a cero.

domingo, 7 de junio de 2009


Para que carajo queres la libreta de matrimonio?, si la encontras quemala!, así podría resumirse la historia de mis padres, después esta aquella otra historia, la de que fueron frutos del amor, me acuerdo perfecto el día que quede embaraza! Y aquello de que si no hubiera libreta de casamiento no estarían uds acá. En fin, delicias de la vida familiar que nutren un poco el espíritu de la cotidianeidad y otro tanto aportan a la historia de uno, como aquello del origen. Obviamente vinculo más mi origen al fruto de una calentura de una noche de verano que al amor eterno que podrían haberse jurado en algún momento allí por La Rural, sea como fuere, eso es parte del curriculum vitae. Y si, es así, cuando vas a una entrevista te preguntan el estado civil de tus padres, donde viven, etc, etc como si uno se debiera a ellos y tuviera que vivir un poco como ellos, al fin y al cabo también inventaron eso de “repetir la historia”, y uno bastante mete pua agrego que se repetía como farsa. Pero bueno, uno también se hace carne de aquello de la historia y trata de plantar banderas distintas, con errores, como ellos, y hasta quizás parecidos, pero propios. Y la propiedad como síntoma de la adultez y la maduración, somos propietarios de nuestros propios tropiezos, y por más que intentemos sociabilizar la solución, buscando apoyo en wines familiares, son de uno, y la angustia, el dolor, la tristeza, se convierten en yagas de nuestra piel. Si, es verdad, hay que decir también que nos hacemos únicos dueños de los logros, aquellos que festejamos con cerveza en algún bar amigo y eso solemos capitalizarlo en nuevos emprendimientos que nos llevan nuevamente a la gloria o también al desociego. Y somos propietarios también de aquellos tics que imprimimos en hoja simple a color, como estrategia diferenciadora, rebelde, no nos gusta el mate, pero estudiamos lo mismo, y así se forja la propiedad familiar, un poco cazadores, otro tanto recolectores, un poco niños que buscan el abrazo y otro poco magnates de la gleba.