lunes, 12 de octubre de 2009


Esos días pensaba como sería la terminal, me la imaginaba atestada de gente, vendedores ambulantes vendiendo discos con el volumen al máximo, el piso lleno de pelusas y servilletas blancas con la marca de los dedos aceitosos de un super pancho. Trataba de pensar lógicamente y entonces diseñaba una maqueta del lugar en el que situaba a la remisería al lado del locutorio y en frente de los baños. Y si trazaba unas líneas fuera de la terminal, el gentío seguía apareciendo, y veía como esquivaba a los transeúntes apurados, entonces, ahí no más aparecía la plaza y un difuso recuerdo de un gran edificio blanco.

Me subí al autobús y logré un asiento no muy al fondo y sobre el pasillo. Las calles comenzaron a pasar y todo se volvió ruta, campo y carteles verdes.
El recorrido fue a ritmo constante, el feriado largo no había alterado el tránsito, mirar por la ventana me hizo pensar nuevamente en la terminal, pero ya no podía imaginar más que mis pies bajando los escalones del micro, no podía avanzar con mi cabeza más allá que un salto para alcanzar el cordón, cuando intentaba mirar a mi alrededor volvía a bajar del bus. Se repetía la imagen, mis pies se detenían al tocar la terminal, y nuevamente volvía a la ruta, el campo y los carteles verdes.
Baje en una parada que se encontraba antes de la terminal, era una garita que se encontraba a algunas cuadras de la estación del tren. Mis pies se movieron y tocaron la vereda. Fue un salto en cámara lenta, casi hasta pude calcular sobre que baldosa pisar. Sentí la textura del piso y la temperatura del aire, mi visión estaba clara y los cristales de mis anteojos estaban bien transparentes. No era como lo había imaginado unos días atrás. No había ruido, no había gente, no había papeles en el suelo. Era como un bosque, había árboles enormes y el pasto del boulevar estaba bastante crecido.

Ella quería saber que había dentro de mi cabeza, me lo pregunto con un beso en el balcón de una casa vacía atestada de gente, y yo sólo recordaba la calma del bosque.

6 comentarios:

pecas dijo...

.

María

vos sos bosque,
vos sos calma.

Negrura de sombra donde descansar,
colchón de pasto verde
para recostarse a mirar al cielo
y dejar que el tiempo pase,
simplemente.

Sos mi relajo,
de noche enredadas
y vasos de vino vacíos.

Amaneceres de cubo
y desayuno de mediodía.

Es tu olor que no me deja ir
y él mismo,
quien me hace volver.

Que te quiero

que te espero

en el bosque

en la calma.

=)


.

Moyi dijo...

que te,
que te,
que te quiero verde que te quiero =)

.M dijo...

.


pecas, la verdad que cada
palabra tuya es ...
amor.

es eso.

noches enredadas
y vasos de vino vacíos
amanereces de cubo
y desayunos de mediodía


me estremeciste

y la estúpida de mi ex marida
te contestó eso.

(pero te cuento en secreto
que seguro se le retorció
hasta la última fibra del
cuerpo)

.

brindo con mi vaso vacío
en soledad por vuestro amor.

.

Moyi dijo...

es verdad lo de las fibras del cuerpo...y lo del amor tambien...

Moyi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Moyi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.