sábado, 14 de junio de 2008


Un cronopio que anda por el desierto se ecuentra con un león, y tiene lugar el diálogo siguiente:
León.-Te como.
Cronopio (afligidísimo pero con dignidad). –Y bueno.
León. –Ah, eso no. Nada de mártires conmigo. Échate a llorar, o lucha, una de dos. Así no te puedo comer. Vamos, estoy esperando, ¿No dices nada?
El cronopio no dice nada, y el león está perplejo, hasta que le viene una idea.
León. –Menos mas que tengo una espina en la mano izquierda que me fastidia mucho. Sácamela y te perdonaré.
El cronopio le saca la espina y el león se va, gruñendo de mala gana:
-Gracias, Androcles.

Y así imagino tus días, como león y cronopio. Como historia natural que se cuela entre la alegría con la que decoras la mesa de la cocina. Ese mal humor hermana que has sabido dominar a sangre de sudor y agujeritos en la frente, porque si!, porque mariquitas eres una mariquitas y 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10!, si, has perdido de nuevo en el lúdico duelo de quién corre a quién y aún así tus risas inundan el cuarto donde la cama marinera se supo como escondite y descanso. Que más da, tomando la poción mágica estábamos en la casa de Superman o Papa Noel (dependiendo la época del año) y allí sí, miles de horas, no había criptonita ni reyes magos, solo la niñez, leones y cronopios. Y el polvito mágico aún esta sobre el estante de la bodeguita del comedor, en un frasquito transparente lleno de arena, jeje, si supieran que no es arena, que es polvito mágico, pero no digas nada, es un secreto de hermanas.

2 comentarios:

Jor dijo...

Mmmmm..... Puedo ser tu hermana? Puedo tomarme esos polvitos mágicos? También los necesito! Y mucho!
Pasaba por aquí y quise leerla.
Seguiré pasando... (y si quiere usted, viceversa)
J.

.M dijo...

morí de amor blonda...
morí...

.
.